The Beatles Slash

Cerró los ojos por un momento, tratando de concentrarse por un momento en el sonido de las olas al llegar a la orilla y romper contra la playa. No duró mucho.

—¿Sí, John?

—Estamos en la playa, ¿sabes? No deberías de estar ahí amargándote.

Paul sonrió y abrió los ojos para ver a John sonriéndole de vuelta, justo frente a él. Tenía el cabello mojado y lleno de arena, y seguramente él debía de encontrarse en un estado similar.

—No me estaba “amargando”, sólo trataba de disfrutar algo de paz antes de que llegaras.

John chasqueó la lengua ante la respuesta y se acercó un poco más.

—No, Macca, yo creo que te morías de aburrimiento sin mí.

Se acercó un poco más y lo besó en los labios, hubiera durado más sino hubiera sido porque Paul se separó unos segundos después, justo en el momento en que una ola chocaba contra ambos y casi hacia que John cayera sobre él.

—¡No hagas eso, John!

John frunció un poco el ceño, alejándose y sentándose frente a él, con el mar a sus espaldas.

—¿Por qué?

—Porque los otros podrían vernos —murmuró Paul, mientras desviaba su mirada de un extremo de la playa al otro. Por supuesto que no había nadie, ni siquiera Julian jugando con la arena o George recolectando caracoles. Nada. Nadie.

John soltó un suspiro de exasperación y cruzó los brazos. Estaba seguro de que no había ningún ser vivo en metros a la redonda, excepto si contabas las gaviotas y los cangrejos. Y lo peor de todo era que ni siquiera era algo que debía de importar.

—Odio esto.

—¿Uh? —Paul levantó la mirada— ¿De qué hablas?

—De que odio esto, Paulie —respondió John con amargura, mirándolo fijamente.

—Explícate mejor.

John soltó un gruñido antes de responder.

—Odio tener que estarnos escondiendo, como si lo que hiciéramos estuviera mal.

—Bueno… tú estás casado…

—Sí, pero eso se puede arreglar, ¿no?

Paul miró hacia otro lado, incómodo. No le agradaba hacia donde se dirigía la conversación, porque él, a diferencia de John, sabía que no había nada que se pudiera hacer, por más que le hubiese gustado lo contrario.

—John…

—Odio el tener que fingir que no pasa nada, el tener que ocultar esto sólo para dar una impresión a los demás de algo que no somos —dijo John, lanzando una roca al agua. Paul escuchó el chapoteo.

—Sabes que no podemos…

—¡Y tú sabes que a mí eso ya no me importa! —interrumpió John, tomando a Paul del mentón para mirarlo cara a cara, directo a los ojos—, y también sabes lo mucho que te amo…

Paul tragó saliva y asintió con la cabeza.

—… Tú sabes que yo te amo también.

—¿Entonces por qué no se lo demostramos a todos? —Murmuró John, acercándose a su rostro de nuevo, aunque esta vez Paul no opuso ninguna resistencia— ¿Por qué no podemos ser sólo tú y yo, Paulie? Al carajo con los otros…

—Sabes que no es así como funcionan las cosas, John… —respondió Paul. Por un momento creyó que John iba a besarlo de nuevo en los labios, pero en vez de eso se desvió a su oído.

—Terminemos con todo esto de una maldita vez, ¿qué te parece? Acabemos con toda esta maldita farsa —le murmuró en el oído, y Paul sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

—¿Qué es lo que propones? ¿Qué lo anunciemos a la prensa? —Respondió soltando una risita nerviosa—, estás demente.

—Tal vez, pero no me digas que no te gustaría, ¿eh? O simplemente podríamos mandar todo al carajo e irnos los dos muy muy lejos… ¿qué te parece aquí mismo? Compramos nuestra isla en Grecia y nos vamos, sólo tú y yo…

Paul cerró los ojos por un momento al sentir como John comenzaba a besar su cuello. Si Cynthia o cualquiera se pasaban por ahí estarían muertos, pero parecía una idea tan lejana en ese instante que no se permitió seguir pensando en ella. Sólo por un momento…

—¿Y qué hay de todo lo demás? Sabes que eso es imposible, Johnny, por increíblemente tentador que suene —murmuró Paul, justo cuando una ola los golpeó de tal forma que ambos cayeron sobre la arena, uno junto al otro.

Paul giró su rostro y se encontró con el de John, quien le sonrió completamente empapado y cubierto de arena.

—Sólo te quiero a ti.

Paul le sonrió y le quitó un mechón de cabello del rostro.

—Y yo a ti.

Quedaron en silencio por un momento, sólo escuchando al mar y a las aves que revoloteaban sobre ellos. Era un lugar muy tranquilo de la isla y agradecían haber dado con él. De pronto Paul sintió como John lo tomaba de la mano, y le devolvió el gesto sin decirle nada.

Ojalá pudieran estar así por siempre.

—Entonces… ¿si te irías lejos de aquí conmigo, Paulie?

—…Me encantaría, Johnny.

John le apretó más fuerte la mano.

—Eso creí.

—A un lugar donde ya no tengamos que ocultarnos…

Sonaba perfecto.

—Exacto… Incluso podría pedir la custodia de Julian… —murmuró John con una voz algo ausente, como si de verdad pudiera visualizar todo eso o realmente lo estuviera considerando—, seríamos como una familia feliz… y tú serías la mamá, por supuesto.

—¡¿Eh?! ¡Claro que no! ¿Por qué tengo que ser yo? —se quejó Paul, desviando su vista del cielo hacia él.

—Porque tú eres el más lindo de los dos, por eso —dijo John, riendo y girando en la arena para tomarlo de las mejillas— ¿Ves? Definitivamente tu pasas más por chica que yo.

—Ese no es un verdadero motivo —se quejó Paul, tomándolo de las muñecas.

—De acuerdo, ¿qué te parece este? —Se acercó a él, con una sonrisa burlona en su rostro— la última vez que tuvimos algo de privacidad, estoy seguro que desde mi posición, tú fuiste la chica, Paulie.

—Sólo fue algo de consideración de mi parte, pero no volverá a pasar —respondió Paul, desviando un poco la mirada.

—¿Quieres apostar?

—Por supuesto.

Y volvió a agradecer que esa parte de la isla fuera tan solitaria, y que el sol comenzara a ocultarse, al igual que todas las personas que podrían interrumpirlos.

—Encontraremos una manera, Johnny… Te lo prometo.

—Lo sé, Paullie.

—Sólo tú y yo.

—Te creo…